El término fascismo, usado para designar al régimen que se afirmó en Italia en 1922, ha trascendido el ámbito italiano y se ha generalizado hasta volverse una etiqueta que hasta hoy en día es aplicada a los movimientos y partidos radicales de derecha que surgieron en Europa en el siglo XX, justo como una reacción de la primera guerra mundial que no acabo con las diferencias sociales y políticas, y que en lo sucesivo desencadeno pensamientos extremistas de nacionalismo, una concepción de un nuevo orden donde se exalta el poder de un grupo de personas, partido, milicia y hasta persona en su forma individual, generando con ello una forma de gobierno despótica, totalitaria y nativista.
El fascismo fue el primer experimento totalitario materializado en la Europa Occidental de la mano de Benito Mussolini por medio de la fuerza, dirigido a aniquilar los derechos del hombre y del ciudadano para crear «una nueva civilización», basada sobretodo, en la militarización de la política y la supremacía absoluta de la Nación como comunidad étnicamente homogénea. En generar gobiernos que contrarrestaran el imperialismo capitalista y el comunismo ruso.
Todo movimiento fascista se trato de justificarse a sí mismo dada la penumbra del contexto decadente en Europa de la post-guerra, una situación en la que los participantes del tratado de Versalles no habían obtenido lo que Gran Bretaña y Francia habían prometido por su participación en el conflicto bélico, un status que no justificaba la hambruna y la destrucción de lo que se había construido en el periodo de la ilustración basada en la ciencia y la tecnología, un sentimiento en el que las potencias se habían aprovechado de terceros participantes. Es en este sentido que la población apoyaron en su momento el movimiento hasta el punto de la legitimación.
Con el paso del tiempo, la población se dio cuenta del terrible error que cometió al legitimar un movimiento que trajo consigo consecuencias devastadoras; persecución política de los detractores del movimiento que terminaron en el mejor de los casos en encarcelamiento, en el peor hasta fusilamiento de inocentes, crímenes de guerra, torturas sistemáticas, sobrevivencia precarias, desempleo y sobre todo mucho miedo sobre realizar cualquier actividad. Era ya tarde, el poder totalitario estaba establecido y un derrocamiento o guerra civil eran panoramas difíciles de lograr y que a su vez traían también consecuencias.
Si bien todos los movimientos fascistas han sido derrocados, aun en la actualidad existen grupos extremistas que siguen manteniendo algunos de estos pasados ideales, -cabe señalar-, por ejemplo a los ideales y partido político neo-nazi, volviéndose así, el fascismo; un tema en el que hay que ahondar, en primera instancia, en el conocimiento de las características que llevaron a estos regímenes totalitarios a establecerse en el poder, y en otro punto más importante, en las consideraciones que se deben establecer para que no se permita volver hacía aquellos deplorables movimientos.
EL NACIMIENTO DEL FASCISMO
El Fascismo Italiano
El fascismo italiano fue el primero movimiento radical de gobierno en triunfar en Europa del siglo XX, volviéndose así una especie de arquitectura de los movimientos posteriores, el mismo Hitler se baso en este movimiento para lograr el nazismo en Alemania, y que posteriormente ayudaría a su vez a Mussolini para mantener su dictadura, a Franco a ganar en España y ser un punto de poder frente a las presiones extranjeras.
El 29 de Octubre de 1922 el periódico de Benito Mussolini; Il Popolo d’ Italia proclamaba que, <<la totalidad de Italia central, Toscana, Umbría, Marche y el norte de Lazio han sido ocupados por los camisas negras>>, surgiendo así una ocupación armada que ostenta el poder por la fuerza. Tomando así, el Fascismo su forma de dominación política, social y económica.
El fascismo se propuso como una tercera vía ante las democracias liberales (como la estadounidense) y el socialismo (la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). El fascismo se basa en un Estado todopoderoso que dice encarnar el espíritu del pueblo, pregonando por la vuelta a la grandeza del imperio Romano del que Italia unificada es sucesora. La población no debe, por lo tanto, buscar nada fuera del Estado, que está en manos de un partido. El Estado fascista ejerce su autoridad a través de la violencia, la represión y la propaganda (incluyendo la manipulación del sistema educativo y los medios de difusión).
Desde 1922 hasta 1943 fue cuando el dictador italiano Benito Mussolini se convirtió en el primer ministro de su país. Fecha en la que fue depuesto y posteriormente encarcelado, aunque en prisión estuvo muy poco tiempo pues recibió la ayuda de la Alemania nazi para escapar de dicho lugar. No obstante, dos años después, en 1945, finalmente moriría tras ser ejecutado, dando fin a este movimiento.
MOVIMIENTOS FASCISTAS DEL SIGLO XX EN EUROPA Y RUSIA
El Nazismo Alemán
En la primera guerra mundial, representada exponentemente por la República de Weimar; el gobierno antecesor de Alemania que logró unificar a los Estados alemanes, tenía raíces de autoritarismo, un deseo de expansión propios de la herencia prusiana, una tradición romanticista de exaltación de la personalidad individual, valoración de la edad media, oposición al racionalismo y sentimiento nacionalista; situación representada en la música, letras y arte en general, y que se puede comprobar en autores como Richard Wagner, Friedrich Nietzche o Goethe.
Además hay que destacar la creencia en diversas doctrinas racistas según las cuales los pueblos nórdicos (arios puros), no sólo eran físicamente superiores a otras razas, sino que también lo eran su cultura y moral. Además que se considera a los judíos como un pueblo que principia males a la sociedad.
Hitler que es creyente de estos pensamientos, que además participa en la primera guerra mundial como mensajero y es herido en batalla, se encuentra en el hospital con la terrible noticia que la República se había rendido y a su vez se le habían impuesto medidas que limitaban el poder nacional. Hitler culpa así al mal manejo de personas débiles, fatalizando la concepción misma de rendición que desencadena la perdida de territorios mineros, la paralización militar, desempleo, muertes tanto por hambruna como por frío al no tener los territorios que proveían de carbón, la obligación a un pago por daños de guerra, inflación galopante, etc.
Una de las razones por las cuales en Nazismo fue posible, fue, así como la mayor parte de los movimientos totalitarios de Europa del siglo XX; una consecuencia inmediata de la primera guerra mundial y del desproporcionado tratado de Versalles que dejó a Alemania sumida en la miseria; una situación insostenible. En este contexto era posible posicionar a un líder nacionalista que revertiera la situación que por sí misma era precaria.
Tras la militancia del partido nacional socialista, el uso de la fuerza para infundir e miedo, así como una propaganda nacionalista; Hitler fue elegido presidente con poderes ilimitados del partido en 1921. Ese mismo año, el movimiento adoptó como emblema una bandera con fondo rojo en cuyo centro había un círculo blanco con una cruz esvástica negra a 45 grados como representación de la raza aria, símbolo utilizado en el hinduismo que textualmente significa <<muy auspicioso>>.
En diciembre de 1920, Hitler había fundado el periódico Völkischer Beobachter, que pasó a ser el diario oficial de la organización. Durante los años siguientes, Hitler consiguió reorganizar el partido con la ayuda de un reducido número de colaboradores leales. Se autoproclamó Führer (‘jefe’) del partido en 1926 y organizó un cuerpo armado de unidades defensivas, las Schutz-Staffel o SS, para vigilar y controlar al partido y a su rama paramilitar, las SA.
El 1 diciembre de 1933 se aprobó una ley por la cual el partido nazi como único valido, quedaba indisolublemente ligado al Estado. Desde ese momento, el partido se convirtió en el principal instrumento del control totalitario del Estado y de la sociedad alemana. Posteriormente a ello, Alemania creció militar y económicamente y en 1939 invadió Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial.
Los principales objetivos declarados declarado de la política exterior de Hitler consistía en la recuperación de territorios perdidos en la primera guerra mundial, así como del Corredor polaco y la Ciudad libre de Dánzig, en los antiguos territorios de Prusia pertenecientes a Alemania antes de 1918. Esas reclamaciones territoriales, tan criticadas por Sir. Winston Churchill ante la inactividad política, fueron elementos importantes de inestabilidad internacional, pues Berlín reivindicaba abiertamente su restitución, de forma cada vez más agresiva, con la intención de reconstruir la Gran Alemania.
Tras la segunda guerra mundial, Hitler es derrotado y opta por suicidarse en su bunker ante la inminente entrada de los soviéticos a Berlín, marcando así el fin del totalitarismo nazista y creando cuatro zonas de dominación en manos de las potencias europeas victoriosas que a su vez terminarían con la construcción de un muro. Hoy en día Alemania, sin un esquema totalitario es una potencia económica que forma parte de la Unión Europea y que goza de status.
Expansionismo Japones (Militarismo)
Japón es otro claro ejemplo de movimientos fascistas, que osan en utilizar las ambiciones de unos cuantos en prejuicio de una nación conformada por ciudadanos sin «vela en el entierro», infundiendo sentimientos de nacionalismo auspiciados,-en el caso de Japón-; por una casta militar gobernante.
En el caso japones, el fascismo se dio en el contexto de una expansión que buscaba atraer territorios del pacífico para explotar sus materías primas y generar un Estado – Nación independiente y fuerte. En aquella época, no había una política de libre mercado y los recursos naturales asiáticos más importantes, como el petróleo, el caucho, minerales y productos naturales estratégicos para la producción, estaban en poder las potencias occidentales que imponían sus condiciones.
A comienzos de 1927, el Primer Ministro Tanaka propuso en su plan de gobierno la expansión para extender el Imperio Japonés a los territorios de Manchuria, norte de China, Corea, Siberia y las Indias Orientales. China, país donde el Japón tenía grandes inversiones financieras y comerciales, no diferentes a los intereses occidentales en las islas del Pacífico, vivía en un completo caos político que la tenía sumida en una guerra civil entre nacionalistas y comunistas y, por tanto, representaba una oportunidad de invasión. Fueron numerosas las intervenciones japonesas en China, así como sus crímenes que no sólo se limitaban con la matanza de la población civil, sino que también incluían violaciones de mujeres y tortura.
El imperio japones término, -no si bien con una guerra devastadora -, en el uso de la fuerza atómica por parte de los Estados Unidos que bombardeo Hiroshima y nagasaki en 1945, matando así, -no sólo a la milicia japonesa-, sino también a gran parte de los habitantes de dos de las ciudades más pobladas del viejo Japón, causando su rendición incondicional.
Hoy en día Japón es un país destacado en el ámbito económico y social, se encuentra entre los ocho países más representativos del mundo y es ferviente defensor de no proliferación de armas nucleares.
Franquismo
El Fraquismo fue una dictadura española que se dio como resultado de una «guerra civil», que concluiría en 1939 con la victoria del general Francisco Franco, una dictadura apoyada por la Alemania Nazi, cuyo principal estandarte era detener a los comunistas e implementar un Estado nacionalista con una base católica. El Franquismo duraría hasta el año 1975 con la muerte de Francisco Franco.
Las bases del régimen fueron, entre otras, el nacionalismo español excluyente, el catolicismo y el anticomunismo, que sirvieron de apoyo a una dictadura militar autoritaria que se autoproclamó como «democracia orgánica» en oposición a la democracia parlamentaria.
En definitiva, el franquismo, sobre todo a lo largo del periodo 1939-1959, se caracterizó por el miedo, la represión política y social, el control ideológico y moral de la población, la pobreza y la carencia de las libertades y derechos humanos más elementales, tanto individuales como colectivos. Esto permitía al gobierno, entre otras cosas, perseguir la lengua y la cultura catalanas y aniquilar los derechos sindicales y laborales de la clase trabajadora.
Hoy en día España es un país con libertades dignas del siglo XXI, una economía que ha presentado panoramas adversos, pero que se perfila a generar crecimiento y desarrollo tanto económico como social en pos de la democracia.
Fuentes:
Fascismo: historia e interpretación Por: Emilio Gentile
Mussolini y el ascenso del fascismo
Por: Donald Sassoon
El franquismo y la transición en España:
Desmificación y reconstrucción de la memoria de una época
Damián-Alberto González Madrid
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